XXVIII Jornadas
Alcázar de San Juan

SEÑOR IBRAHIM Y LAS FLORES DEL CORÁN

 

Fecha: 28/10/2004. Pases: 20:00 y 22:30 horas

AS431Nacionalidad: Francia. Año: 2003. Género: Comedia dramática. Duración: 100 minutos. Director: Francois Dupeyron. Intérpretes: Omar Sharif, Pierre Boulanger, Gilbert Melki, Isabelle Renault, Isabelle Adjani. Guión: Francois Dupeyron (basado en la novela de Eric Emmanuel Schmitt). Fotografía: Remy Chevrin. Música: Trancois Maurel. Producción: Michele Petin y Laurent Petin. Distribuidora: Nirvana. www.wanda.es
Premio del Público a Omar Sharif en el Festival de Venecia 2003. Premios César 2004 al Mejor Actor. Globo de Oro a la Mejor Película Extranjera. Premios Golden Satellite a la Mejor Película de Lengua Extranjera y Mejor Actor a Omar Sharif. Premio Hugo de Plata al Mejor Actor, Pierre Boulanger, en el Festival de Chicago. Festival Intencional de Cine de Marrakech.

 

Narración de la relación que establece un niño judío a quien abandona su padre, y un anciano musulmán que regenta una tienda de barrio. “ El Señor Ibrahim (Omar Sharif) va ganando lentamente el corazón de Momo, no porque se trate de un hombre religioso, sino porque sabe conformarse con lo que la vida le da y porque, a la postre, ha sabido domesticar sus impulsos y adaptar las enseñanzas del Corán a su propia vida. De esta forma, la película, narrada en riguroso punto de vista subjetivo de Momo, va mostrándole proceso de humanización de un niño solitario, asaltado por sus deseos y anhelos de cariño y reconocimiento” Andrea Rizzi. El País. “.. es un película más que digna, bien realizada e incluso emocionante, un canto a la amistad por encima de las diferencias de origen, una apuesta por otra vida más amable, más tolerante y humana”. M. Torreiro. “Es una película sobre la tolerancia, sobre el diálogo entre culturas diferentes. Pero, ante todo, es un filme sobre la soledad”. Omar Sharif. “Mi abuelo es mi modelo a seguir. Él no era en absoluto consciente de lo inteligente de sus propósitos. No tenía estudios, llevaba trabajando desde los catorce años. Toda su sabiduría provenía de ahí: un trabajo que exige minuciosidad (fabricaba joyas), silencio e interés por lo minúsculo. Tenía un gran sentido de la perfección. En mi texto he incluido frases suyas, como cuando Ibrahim dice: El hombre vive en dos lugares, su cama y sus zapatos; esa frase es suya. Tenía una manera muy amable de decir las cosas. Parecía que todo le maravillaba. Veía la belleza que está oculta en el mundo”. Eric-Emmanuel Schmitt.

 

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